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LA SANTIFICACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO Empty LA SANTIFICACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

Mensaje por Admin Mar Sep 26, 2017 3:40 pm

LA SANTIFICACIÓN (PROGRESIVA) DEL ESPÍRITU SANTO

(LA LLUVIA TARDÍA)

¡EXAMINEMONOS A NOSOTROS MISMOS PARA NO SER JUZGADOS!
VERSÍCULOS BÍBLICOS:

Mt. 16:18 Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.

Ga. 5:19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornica-ción, inmundicia, lascivia,
20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disen-siones, herejías,
21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Os. 6:3 Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.

Joel 2:23 Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vues-tro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio.


21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nom-bre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?
23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

Tito 3:5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,
6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salva-dor,
7 para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.

Ro. 8:19 Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifesta-ción de los hijos (Huiós) de Dios.

Ga. 4:19 Hijitos (Teknón)i míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros,
     
Ef. 4:13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo (Huiós) de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la ple-nitud de Cristo;

Mr. 4:13 Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?
14 El sembrador es el que siembra la palabra.
15 Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sem-bró en sus corazones.
16 Éstos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo;
17 pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan.
18 Éstos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra,
19 pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
20 Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.

1 Co. 15:36 Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes.
1 Tes. 23-24 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
24 Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.

1Jn. 1: 6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;

Ro. 8:26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.

Mt. 7: 3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?
4 ¿O cómo dirás a tu hermano: ¿Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?
5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

1 Co. 11:31 Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados;
32 más siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.

1 Co. 4: 3 Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo.
4 Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor.

Ex. 29:20 Y matarás el carnero, y tomarás de su sangre y la pondrás sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el lóbulo de la oreja de sus hijos, sobre el dedo pulgar de las manos derechas de ellos, y sobre el dedo pulgar de los pies derechos de ellos, y rociarás la sangre sobre el altar alrededor.
21 Y con la sangre que estará sobre el altar, y el aceite de la unción, ro-ciarás sobre Aarón, sobre sus vestiduras, sobre sus hijos, y sobre las vestiduras de éstos; y él será santificado, y sus vestiduras, y sus hijos, y las vestiduras de sus hijos con él.

1P. 1:2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo:

2 Tes. 2:13 Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.

















INTRODUCCIÓN

Si tenemos la visión que nuestra santificación es necesaria para tener una vida justa y santa en esta tierra, tenemos la vista corta.

Cuando el Espíritu de Dios formó al hombre, lo hizo del polvo de la tierra (Gen. 2:7;). Entonces el Espíritu de Dios sopló en su nariz y el hombre fue un ser viviente con espíritu, alma y cuerpo (1 Tes. 5:23;).
¡El árbol corporativo de Adán produjo seres contaminados por el pecado, TODA LA HUMANIDAD!

Cristo el Postrer Adán vino para edificar su Iglesia produciendo una NUEVA HUMANIDAD corporativa en Él, la cual participa de la esencia de Jesucristo Glorificado.

Cuando un creyente muere su cuerpo vuelve a la tierra sin aliento de vida. Es solo su espíritu que vuelve a Dios, el alma no puede subsistir sin el cuerpo y el espíritu de vida.

Cuando el Espíritu de Dios nos dará un nuevo cuerpo glorificado, lo hará a partir de nuestro espíritu que volvió a Él.

De la manera que fue edificado nuestro espíritu mediante el Espíritu de Jesucristo Glorificado (Las pepitas de oro) de la misma manera será la función de nuestro cuerpo glorificado. El nuevo hombre solo puede ser formado por “las pepitas de oro” por esto es santo y sin mancha. Esta es exclusivamente la labor del Espíritu Santo de Dios. Esto quiere decir que todas las obras que se originaron en nosotros, en nuestra mente y por nuestra voluntad serán como trapos de inmundicias y no servirán para NADA en la edificación de nuestro espíritu. Solo mediante la santificación del Espíritu Santo el hombre puede recibir la formación del espíritu vivificante, mediante Su lavamiento y mediante Su unción. No por obras humanas para que nadie se gloríe.

1 Tes. 4:7 Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.

Is. 64:6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.


De allí la importancia de cómo será nuestro espíritu al final de nuestras vidas. Si la santificación del Espíritu Santo de Dios produjo en nuestro espíritu treinta, pepitas de oro (Espíritu de Cristo Glorificado), tendremos un cuerpo glorificado con treinta pepitas de oro y podremos servir por la eternidad mediante estas treinta pepitas.
Si tendremos sesenta pepitas de oro, podremos servir en gran manera. Si tendremos cien aún más, de manera completa, formados mediante el Espíritu de Dios como sus Huiós. La cantidad de “pepitas de oro” marca la diferencia entre Paidon, Neaniskos y Paters (Huiós). Estos últimos serán los victoriosos de Sion, la esposa del Cordero, la Iglesia.
La cantidad de “pepitas de oro” que tendremos en nuestro espíritu cuando el cuerpo muere, determinará como seremos en la eternidad.
Así el fin de nuestra santificación no es solo de cómo vivimos en nuestra vida terrenal, más de cómo viviremos en nuestra vida eterna al servicio del Espíritu de Dios.
Sí estando jóvenes pensamos que tenemos mucho tiempo para dedicarnos a Dios, seremos necios; perderemos la oportunidad de tener mucho del Espíritu Glorificado de Jesucristo en nuestro espíritu.

Mt. 13:8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a se-senta, y cuál a treinta por uno.

Más pronto uno comienza a recibir del Espíritu Glorificado de Jesucristo en su espíritu, mediante el lavamiento y la unción de la santificación del Espíritu Santo, más pepitas de oro tendrá en su muerte terrenal, y más Gloria tendrá  el Espíritu de Dios.

Hermanos y hermanas, en el Antiguo Testamento la santificación se hacía como “Figura de las cosa que tenían que venir “mediante la sangre de un carnero inmaculado, y la unción  se hacía mediante el aceite santo compuesto; en el nuevo testamento la salvación, la santificación y la glorificación la hizo Cristo, en el “pasado en posición” una vez para siempre, (La lluvia temprana) en el presente la santificación la está haciendo el Espíritu Santo en el Teknon del Espíritu de Dios para llevarlo a la Huiothesia mediante (La lluvia Tardía- el Espíritu de Jesucristo Glorificado); en el futuro la hará el Espíritu de Jesucristo Glorificado cuando los Huios, los Neaniskos y los Paidon recibirán el cuerpo de Gloria debido a la muerte, sepultura resurrección, ascensión y Glorificación de Cristo según el espíritu que tenían en el momento de su muerte terrenal.

Fil. 3:21 el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede tam-bién sujetar a sí mismo todas las cosas.

Solo la santificación del Espíritu Santo nos salva como Huiós, Neaniskos y Teknón en la experiencia, y produce el fruto del Espíritu Santo, que opera mediante el lavamiento de nuestros pecados, en la sangre de Cristo y la unción, mediante el espíritu vivificante (que es la esencia del nuevo hombre) en nuestro espíritu.
Se dice en 1 Co. 15:45:

1 Co. 15:45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.

La religiosidad ni salva, ni santifica, más bien nos mata espiritualmente, debido que se origina en el Hombre y no es producto de la labor del Espíritu Santo más del espíritu del maligno que nos enseña a ser buenos dejando lo malo mediante nuestra voluntad. La religiosidad no puede ni salvarnos (Siendo buenos), ni lavarnos ni ungirnos.

Cristo vino para edificar a su Iglesia, por lo tanto, no reconoce a los que no quieren santificarse mediante la obra del Espíritu Santo. Solo reconoce a sus Huios victoriosos como parte de la Iglesia.
Los teknón a pesar de ser salvos debido que han creído, serán excluido de la Iglesia de Cristo debido que han fallado en ser formados como Huiós. Quien peca voluntariamente y no puede vivir una vida justa y santa, por lo tanto, queda excluido de hacer parte de la Iglesia.

Después de la salvación, una vez que tenemos una comunión íntima y duradera con el Espíritu de Dios para ser edificados, tenemos que confesar al Espíritu de Jesucristo Glorificado lo que está latente en nuestro corazón carnal, todas las formas de la vanagloria en nuestro espíritu (La vieja naturaleza que vamos a exponer más adelante) y muchas más, las cuales hacen parte del hombre carnal e impiden experimentar el fruto del verdadero amor que solo el Espíritu Santo puede producir, lavándonos primeros de forma específica, de la vieja naturaleza, para después ungirnos e manera específica mediante el espíritu vivificante (Las pepitas de oro).

La comunión intima es representada por la tierra buena. Si no somos fértiles no podemos producir el Fruto del Espíritu Santo y no podemos ser salvo en nuestra experiencia como Huiós del Espíritu de Dios.

Muchas veces pedimos con insistencia de ser trasformados, de ser renovados, cambiados, pero lo que pedimos es necesario que sea especifico, presentado en toda humildad mediante un corazón necesitado y quebrantado por gracia y mediante la Fe.
A pesar que el Espíritu Santo sabe lo que necesitamos, él quiere que nosotros seamos plenamente conscientes de nuestras necesidades específicas. Muchas veces no recibimos porque pedimos mal a pesar que, el Espíritu Santo hace todo lo posible para que nos demos cuenta de nuestras debilidades como se dice en Ro. 8:26,

Ro. 8:26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo in-tercede por nosotros con gemidos indecibles.

Es sumamente difícil reconocerse y admitir todas las partes de nues-tra vieja naturaleza, pero es necesario examinarnos a la luz del Espíritu Santo en toda profundidad, para conocerla específicamente y poder presen-tar nuestras debilidades al Espíritu Santo para que este nos muestre con los ojos de la fe, que han desparecido en las profundidades de la sangre de Cris-to.

Si decimos que amamos, alabamos y oramos al Señor y todavía perseguimos el fruto del Espíritu Santo mediante nuestros esfuerzos personales, cuando alabamos al Señor no estamos alabando al Señor, estamos alabando lo que hemos conseguido mediante nuestra voluntad y nos hacemos vanagloriosos, unos hipócritas negando el poder de la obra del Espíritu Santo; al respecto en Lucas 18:11-13 se cita:

11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.

Y en Mt. 23:27 nos dice:

R60 Mt. 23:27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois se-mejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmun-dicia.

Desde Pentecostés el Señor es siempre propicio. A pesar que el contexto de estos versículos en Lucas son la salvación, el perseguir el Fruto de la Salvación y Santificación progresiva del Espíritu Santo, igualmente tiene que ser ejecutado por la Gracia y mediante la fe, lo cual es obra exclusiva del Espíritu Santo de Dios debido a la obra de Jesucristo en posición, tras su lavamiento y unción y no mediante nuestros esfuerzos personales religiosos (Ser buenos). No es siendo buenos que se va al cielo, uno va al cielo si tiene pepitas de oro en su espíritu, depositadas por el Espíritu Santo de Dios por gracia y mediante la fe en la obra de la Deidad.

Toda la Gloria de este trabajo tiene que ser suya y no nuestra. Si ayudamos al Espíritu de Dios con nuestras obras (Siendo buenos), nuestra religiosidad, hecha mediante nuestra voluntad, está robando la Gloria que solo pertenece al Espíritu de Dios, y estamos ensanchando nuestro orgullo de sobre manera; no tenemos fe, negamos el trabajo del Espíritu Santo, y somos de hecho muertos en nuestros delitos y pecados.

Si decimos que tenemos creído en la salvación en posición, pero no hacemos nada por nuestra salvación progresiva por medio del Espíritu Santo de Dios, esto nos excluye de la Iglesia de Cristo debido que negamos la obra del Espíritu Santo.

Cada parte de la vieja naturaleza tiene que ser considerada y confesada individualmente como parte de nuestro hombre interior, a fin de ser lavadas por el Espíritu Santo en la sangre de Jesucristo y remplazada por un antónimo, por la naturaleza del espíritu vivificante y por medio de la obra del mismo Espíritu Santo de Dios; si queremos llegar a ser parte de la Iglesia de Cristo y poder verdaderamente llegar amar en Ágape puro.

Si lo hacemos en toda humildad, y necesidad por la Palabra y mediante la oración, usando la fe y la Gracia que hemos recibido, el Espíritu de Jesucristo Glorificado, enviará al Espíritu Santo que ya está en nosotros, para que este haga posible nuestra santificación experimental mediante el lavamiento de la Sangre de Cristo y proceder a Ungirnos por medio del espíritu vivificante, que Jesucristo envió para la formación del nuevo hombre a fin de recibir todo el fruto del Espíritu Santo, ser salvos en la experiencia y llegar a la “Huiothesia”  en nuestra experiencia.

Si no hacemos este proceso con toda necesidad y humildad, una vez perdida nuestra comunión íntima con el Espíritu de Dios, estaremos a su tiempo a la merced de nuestro hombre natural, del mundo y de Satanás y nuestra santifi-cación experimental será con muchos sufrimientos y penas, o peor estancar-se, con la consecuencia de ser cortados y echados en el fuego debido a nues-tra incredulidad. En Mateos 7:19 se dice:

Mt.7:19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.

El fruto del Espíritu Santo es una carga ligera porque es la obra del Espíritu Santo que lo proporciona, por Gracia y mediante la fe, de manera gratuita y no por lo que pueda hacer el hombre religioso esforzándose a ser bueno.
El eliminar la vieja naturaleza e impartirnos la Nueva (Las pepitas de oro) es solo por el trabajo del Espíritu Santo, una vez que seamos tierras fértiles habiendo nacido de nuevo, y poder así ser los victoriosos dentro de cada iglesia local. Vamos ver que pasa a los que no son victoriosos:

1. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.
a. (Al que NO venciere NO le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios).

2. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.
b. (Al que NO venciere, SUFRIRÁ daño de la segunda muer-te).

3. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.
c. (Al que NO venciere NO le daré a comer del maná escondido, y NO le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita NO estará escrito un nombre nuevo).

4. Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré auto-ridad sobre las naciones, las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; y le daré la estrella de la mañana.
d. (Al que NO venciere NO le daré autoridad sobre las naciones, NO las regirá con vara de hierro, y No podrá quebrantarla como va-so de alfarero; NO le daré la estrella de la mañana, (La gloria de Jesucristo).

5. El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.
e. (Al que NO venciere NO será vestido de vestiduras blancas; y borraré su nombre del libro de la vida , y NO confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.)

6. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nun-ca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual des-ciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
f. (Al que NO venciere NO lo haré columna en el templo de mi Dios, y NUNCA entrará allí; y NO escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, ni mi nombre nuevo.


7. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
g. (Al que NO venciere NO le daré que se siente conmigo en mi trono).

Unos de los usos del Apóstol Juan vencer (nika,w) lo encontramos en 1 Jn. 2:13 que dice:

Os escribo a vosotros, jóvenes (Neaniskos), porque habéis vencido (nenikh,kate)  al maligno.

Otra referencia de Juan la encontramos en:

R60 1 Jn 5:4 Porque todo lo que es nacido de Dios vence (nikh,sasa) al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.

Otra referencia de Juan la encontramos en:

Ap. 13:7 Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos (nikhsai). También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.

Otra referencia de Juan la encontramos en:

Ap.11:7 Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá (nikhsei) y los matará.

Otra referencia de Juan la encontramos en:

Ap.17:14 Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá (nikhsei) porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.

Otra referencia de Juan la encontramos en:

Ap. 6:2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer (nikhsh).

Parece que el contexto es siempre vencer a un enemigo y nuestros enemigos mayores son:

1. El sistema del mundo.
2. Satanás.

El verbo indica una victoria real, definitiva.

No es de sorprendernos que esta victoria es debida a la labor y autoridad del Espíritu Santo por su labor de Santificación. Por el hombre natural es imposible.

Podrimos deducir que solo los victoriosos contra el mundo y contra el maligno serán los que harán parte de la Iglesia de Jesucristo y los únicos que serán arrebatados en Ap. 4 antes de la Tribulación de aquellos días.

En cambio, si buscamos santificarnos mediante multitud de obras terrenales, como ser buenos, estudiar sin parar la Biblia, ir a la iglesia local, ir a visitar a los enfermos, los encarcelados; diezmar, entrar en un ministerio, buscar los dones espirituales, orar y alabar, nuestra santificación experimental será un fracaso y seremos quemados. Lo que puede producir el hombre son cosas terrenales y perecederas aun puedan ser buenas; mientras lo que puede hacer el Espíritu Santo son obras Justas y Santas las cuales son eternas debido que producen “pepitas de oro” en nuestro espíritu.

Las obras anteriormente citadas en su tiempo son justas y santas de hacer como hombres ya santificados, pero descuidada la única obra que nos puede hacer crecer, una vez que tenemos una comunión pura e íntima con el Señor, y exhibir todo el Fruto del Espíritu Santo, la cual consiste en pedir en oración, la obra del Espíritu Santo en nosotros, mediante un correcto tráfico espiritual, nuestras obras serán totalmente vanas si hechas con el propósito de santificarnos a nosotros mismos, debido que no hay ni el lavamiento ni la unción del Espíritu Santo.
Sin lavamiento y unción del Espíritu Santo no tenemos santificación.

Esto es quemar fuego extraño al Señor. ¡Sea pues el tal, anatema!

El acto simbólico que hizo Jesús durante la última cena, representa la labor lavadora del Espíritu Santo de Dios. Es una labor muy necesaria y es por eso que Jesús dijo en Jn. 13:8b,

13:8b.…..Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.

Después de la cruz necesitamos confesar nuestros pecados a Jesucristo, para que Él nos envíe el Espíritu Santo para ser lavados y ungidos con el espíritu vivificante, con el fin de recibir las “pepitas de oro” tan necesarias para ser formados como parte de la Iglesia.


LA PRESENTACIÓN DEL TRÁFICO ESPIRITUAL:

El tráfico espiritual se ejecuta mediante dos etapas, las cuales implican en los dos casos, la provisión de la obra del Padre ejecutada en la eternidad, la obra ejecutada por Jesucristo en posición en el pasado, y la obra de santifica-ción del Espíritu Santo, en el presente. En el futuro recibiremos de Jesucristo un cuerpo glorificado en la experiencia del creyente.

Primero - Tenemos que pedir al Espíritu Santo de Dios, que nos haga ver mediante los ojos de la fe, todas nuestras debilidades específicas en la sangre de Cristo, tenemos que verlas “muertas” verla, especialmente la que estamos tra-tando en un momento dado de nuestra vida (La obra de lavamiento en la expe-riencia).

¡No se trata solo de decirlo o pensarlo! Hay que verlo con los ojos de la Fe.

Con los ojos de la Fe, tenemos que ver claramente el problema que tene-mos en nuestro corazón. Él ocupa un sitio determinado, y ver mediante los ojos de la Fe, como el Espíritu Santo lo puede arrancar de nuestro corazón para que podamos verlo muerto bajo la Cruz de Cristo.  
Esto es parte de la obra del lavamiento del Espíritu Santo de Dios en nuestra santificación experimental, pero no es toda su obra, tenemos que ver mediante los ojos de la Fe, que la Realidad del Espíritu Santo, toma nuestro problema, lo inmerge en la Sangre preciosa de Cristo, donde desaparece muerto para siem-pre, debido a la poderosa Sangre Divina de nuestro Redentor,  haciendo posible que experimentemos una mayor libertad en nuestra vida.  Con este acto, termina el lavamiento del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo de Dios, puede hacer esto, debido a que ya Cristo, Hijo del Unigénito del Espíritu de Dios, proveyó por esto pecado hace más de 2000 años en Gólgota en posición.  

Muchos de los creyentes en nuestros días están esclavizados por el peca-do debido que están viviendo una irrealidad, por falta de Fe y de conocimiento.

Cristo en posición ya lo ha hecho todo, y no hay nada más que hacer, ni por nuestra salvación, ni por nuestra santificación, salvo la obra del Espíritu Santo de Dios, que puede trasformar la obra de Cristo, desde la posición, a una experiencia viva en el creyente.

¡Aleluya y aleluya!

Lo único que al hombre le es permitido hacer es:

1. EN LA SALVCIÓN. En el momento de creer mediante le Fe y la Gra-cia de Espíritu de Dios en la labor de Cristo, bautizarse como señal fí-sica que en verdad ha creído. Con los ojos de la fe, en el acto del bau-tismo, tenemos que ver entregado nuestro espíritu corrompido en la cruz y verlo “Muerto” juntamente con Cristo.

2. EN LA SANTIFICACIÓN. En un momento durante una Comunión íntima, pedir en oración por Fe mediante la Gracia, con toda humil-dad y quebramiento de corazón, que el Espíritu Santo de Dios, depo-site nuestro problema bajo la sangre de Cristo, arrancándolo de nues-tro corazón.

¡El resto es labor pura del Espíritu Santo de Dios!

Solo podemos bautizarnos en agua y pedir la intervención del Espíritu Santo de Dios en nuestro corazón cuando descubrimos que no ha sido regene-rado en su plenitud, en nuestra experiencia.
La santificación “posicional”, no hace a uno ni justo ni santo en la expe-riencia, debido que se necesita la intervención del Espíritu Santo de Dios para que nuestra Justicia y Santidad sea reales en nuestra experiencia. En 1 Corintios 6:11 dice:

1 Corintios 6:11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

Donde se describe el “lavado, la santificación y la justificación posicio-nal del creyente.”

En el Salmo 51:2 se dice:

Salmo 51:2 Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado.

En este salmo el salmista suplica al Espíritu de Dios para que sea este la-vado, en la realidad de su experiencia.

Este “lavado” en el Nuevo Testamento, solo es posible examinándonos a nosotros mismos, confesando nuestras debilidades en todos detalles, pidiendo perdón y suplicando con toda humildad y quebrantamiento de corazón al Espí-ritu Santo de Dios, que los deposite todo bajo la Cruz de Cristo, sumergiéndolo en la profundidad de la sangre de Cristo para que muera una vez para siempre.

El salmista no hace nada para ser librado de su problema, solo pide con Fe de ser lavado de su pecado, seguramente el salmista podía ver el trabajo que el Espíritu de Dios hacía en él; de la misma manera, mediante la Fe, en el Nuevo Testamento tenemos que ver toda esta operación como si fuera nuestra verdade-ra realidad, para que podamos ser más que victoriosos.

El creyente puede llegar a ser “formado espiritualmente”, de tal manera que pueda vivir siempre por la Fe, según el Libre Albedrio del Espíritu de Dios, en Justicia y Santidad, cuando su libre albedrio natural, ha sido derretido total-mente en la Sangre de nuestro Redentor, en su experiencia de vida, mediante la labor del Espíritu Santo de Dios.

Jesucristo, como el Espíritu de Dios Glorificado proveyó no solo por nuestra salvación, proveyó también por nuestra santificación experimental me-diante el “Lavamiento y la Unción” del Espíritu Santo de Dios.
El “lavamiento” por sí solo, no nos da el poder para a hacer frente a otra tentación o prueba, se necesita juntamente, la “unción”, para que recibamos una parte del espíritu vivificante que nos da exactamente el poder para hacer frente a la tentación que estamos tratando.

Ya no tenemos que esforzarnos para ser obedientes, lo somos debido a que podemos vivir el libre albedrio del Espíritu de Dios, que hemos recibido gratuitamente, lo cual no nos costó ningún esfuerzo, debido que lo hemos reci-bido por Gracia mediante la Fe como un Don gratuito del Espíritu de Dios, y que el Espíritu Santo puede hacerlo nuestra realidad, cuando le pedimos arrancar no solo nuestro problema inmediato, mas todo lo que puede producir nuestro viejo hombre, el mundo y Satanás de nuestro corazón, juntamente con el poder del espíritu vivificante que recibimos, para ser más que victoriosos

Esto ciertamente incluye todos nuestros trastornos emocionales, todas nuestras heridas, todas nuestras penas, todas nuestras ataduras y todos nuestros pecados, hechos por falta de conocimiento y de Fe.

Podemos pedir al Espíritu Santo de Dios lavarnos de absolutamente todo lo negativo que existe en nuestro ser, cuando mediante con los ojos de la Fe po-damos ver al Espíritu Santo de Dios hacer esta obra en nosotros, con el fin de recibir además el poder, para resistir las pruebas, debido a la inserción del espí-ritu vivificante en el espacio vacío que se creó en nuestro corazón, cuando el Espíritu Santo, arrancó nuestro problema sumergiéndolo en la sangre preciosa de Cristo.

Segunda de Corintios 1: 20 Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios,

Este ungir solo es posible, si de antemano el Espíritu Santo de Dios nos ha lavado, creando simbólicamente un vacío en un lugar de nuestro espíritu, para hacer eficiente la unción del Espíritu Santo de Dios, mediante el espíritu vivificante de Jesucristo, para poder crecer y poder ver más de la Luz del Espí-ritu de Dios.

La Unción mediante el espíritu vivificante de Jesucristo Glorificado, completa la acción del Espíritu Santo de Dios para nuestra santificación, que comenzó mediante el lavamiento.

No se necesita ser un experto en las escrituras, un profesor, un teólogo, un “pastor” de una iglesia para recibir esta obra, el Espíritu Santo solito, puede hacernos ver esta verdad, mediante la cual podemos llegar a ser los Santos Sa-cerdotes del Espíritu de Dios debido a todo el “oro” (espíritu vivificante) que tenemos recibido en nuestro vaso de barro. Solo el “oro puro” puede hacer par-te del nuevo hombre.

Es por el Poder y la Autoridad de Su “Sangre” que seremos librados, por “Gracia y mediante la Fe” de todas las debilidades presentadas, originadas en el libre albedrío del “viejo hombre” y de todo lo que hemos recibido del “mundo” y “Satanás” mediante el lavamiento del Espíritu Santo de Dios.

Es por la “Unción” del Espíritu Santo de Dios, mediante el espíritu vivi-ficante de Jesucristo que podremos crecer a la altura que determinó el determi-nado consejo del Espíritu de Dios, antes de la fundación del mundo.

El Lavamiento y la Unción hacen vivir el espíritu de los humildes, y vivi-ficar el corazón de los quebrantados. En Isaías 57:15 se dice:

Isaías 57:15 Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eterni-dad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.

En Segunda de Corintios 12:9 se dice:

Segunda de Corintios 12:9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.

Cuando creímos, recibimos el Espíritu Santo, para que este pudiera im-partir el Don que tiene, a todos los creyentes que producen un efectivo tráfico espiritual.
Este Don es el “espíritu vivificante” de Jesucristo Glorificado. En 1 Co-rintios 15:45 se dice:

1 Corintios 15:45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.

Donde se testifica explícitamente que la esencia del Poster Adán, el Nue-vo Hombre, consiste en ser un “espíritu vivificante”.

Todos los participantes del Nuevo Hombre son espíritus vivificantes.

El creyente cuando cree recibe el Espíritu Santo para que este lo forme como un “espíritu vivificante”.

En hebreos 6:4 encontramos que una cosa es el Don, y otra el Espíritu Santo:

Hebreos. 6:4 Porque es imposible que los que una vez fueron ilumina-dos y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu San-to…

El “don” está escrito en minúscula como el espíritu vivificante debido que tratamos con el nuevo hombre y no con la Deidad, si se hubiera tratado del Espíritu Santo hubiera estado escrito con la letra mayúscula; está en singular debido que no trata de los dones que dio Jesucristo Glorificado por la edifica-ción de su iglesia, es un don en particular y todo apunta que es el don del espíri-tu vivificante.

Cuando tenemos una comunión íntima con el Espíritu Santo, somos lle-nos de Él y Él tiene la oportunidad, si se lo pedimos, de efectuar un adecuado tráfico espiritual en nosotros, insertándonos más del don del “Espíritu Vivifi-cante de Jesucristo Glorificado” que necesitamos, para ser formados.

       Si buscamos otra alternativa (como resistir al pecado con nuestra volun-tad) para hacer morir nuestro libre albedrio natural, lo que recibimos de sata-nás y del mundo, estaremos NEGANDO la obra de Cristo y del Espíritu Santo y estaremos fomentando en nosotros corazón, nuestra vanagloria.  
Nuestra Fe en la santificación sería NULA, debido que demostramos con los hechos que no creemos en la obra del Espíritu Santo de Dios.
Esto nos haría perennes niños en Cristo, simples funcionarios en el Reino de Dios. Seremos salvos, pero solo como por el fuego.

Es con mucho pesar, que hay que proclamar que esta, es la situación de los miembros de multitudes de iglesias y sectas en estos últimos tiempos, por falta de conocimiento en la obra fundamental de santificación del Espíritu San-to de Dios; sin Él como Dios, sería imposible toda santificación. Solo el Espíritu Santo de Dios puede lavarnos y ungirnos.

Hay mucha necesidad de proclamar esta verdad, no se trata solo de ser salvo en esta vida, se trata de hacer posible ser edificados, y ser parte de la Igle-sia de Cristo como la Novia del Cordero, como espíritus vivificantes formados, como Él quiere que se edifique un verdadero “Huiós” o “Neaniskos” del Espíri-tu de Dios.

No todos los creyentes harán parte de la Iglesia del Cordero, ciertamente tendremos Magistrados (Teknón) en el Reino de Dios, pero estos no harán parte de la Iglesia como Sacerdotes Santos.

Los Teknón, solo conocieron al Espíritu de Dios como su Salvador en su experiencia.
Los Neaniskos, conocieron al Espíritu de Dios como Salvador y como su Justicia en su experiencia.
Los Huios o Paters, conocieron al Espíritu de Dios como su Salvador, su Justicia y su Santidad en su experiencia y solo estos últimos serán coronados con todas las tres coronas y reconocidos como los Sacerdotes Santos de la Igle-sia del Espíritu de Dios.

Cuando el hombre hace algo para “ayudar” al Espíritu de Dios en su san-tificación, demuestra que todavía:

NO HA CREIDO EN NADA, PARA HACER SU SANTIFICIÓN UNA REALI-DAD.

El niño en Cristo se siente satisfecho de sus esfuerzos personales, los cuales solo aumentan su gran vanidad, y ponen en duda que este individuo tiene creído en la obra del Espíritu de Dios.

        Segundo – Habiendo sido lavados en la experiencia, tenemos que hacer ver al Espíritu Santo de Dios, que nues-tra “Fe” y “realidad” estén exclusivamente “en Cristo, y en su obra de santifi-cación mediante el lavamiento y la Unción del Espíritu Santo para insertar en nuestro espíritu el espíritu vivificante”.

Tenemos que rogar con un corazón quebrantado mediante nuestras peti-ciones al Espíritu de Dios Padre, conscientes de la labor acabada de Cristo co-mo nuestro Dios, y de la labor de santificación experimental del Espíritu Santo de Dios.
 
Debemos tener la certeza que vamos a recibir del Espíritu de Cristo Glo-rificado por Gracia mediante la Fe, una cantidad de Su Espíritu Vivificante igual, al vacío que dejó nuestro problema en nuestro corazón mediante el lava-miento, debido a la labor del Espíritu Santo de Dios, que sumergió nuestro pe-cado YA MUERTOEN POSICIÓN para verlo muerto en nuestra experiencia, ba-jo la preciosa sangre de Cristo y ahora procederá para insertar el Espíritu Vivificante de Cristo en ese lugar de nuestro corazón para terminar Su obra especifica en nuestro espíritu.

Tenemos que ver claramente con los ojos de la Fe, como el Espíritu Santo de Dios nos Unge, (Con el aceite compuesto de la Santa Unción) frotando y rociando nuestro corazón vigorosamente, tan fuerte como puede ser nues-tra calidad de Fe, para que el Espíritu Vivificante pueda ser insertado en el va-ció que hemos provocado en nuestro corazón, mediante el Poder de la Fe por la obra del Espíritu Sano el Dios, por nuestra santificación.

Tenemos que decirle: Muchas gracias Espíritu Santo de Dios, te veo, te veo, puedo ver tu obra en mí.

En Levítico 8:6 se dice sobre el lavamiento:

Levítico 8:6 Entonces Moisés hizo acercarse a Aarón y a sus hijos, y los lavó con agua.

Y en Levítico 8:30 se dice sobre la unción:

Levítico 8:30 Luego tomó Moisés del aceite de la unción, y de la sangre que estaba sobre el altar, y roció sobre Aarón, y sobre sus vestiduras, sobre sus hijos, y sobre las vestiduras de sus hijos con él; y santificó a Aarón y sus vestiduras, y a sus hijos y las vestiduras de sus hijos con él.

Moisés aquí es un tipo de la labor del Espíritu Santo.

Éxodo 30:23-31   23 Tomarás especias finas: de mirra excelente qui-nientos siclos, y de canela aromática la mitad, esto es, doscientos cincuenta, de cálamo aromático doscientos cincuenta,
24 de casia quinientos, según el siclo del santuario, y de aceite de olivas un hin.
25 Y harás de ello el aceite de la santa unción; superior ungüento, según el arte del perfumador, será el aceite de la unción santa.
26 Con él ungirás el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio,
27 la mesa con todos sus utensilios, el candelero con todos sus utensilios, el altar del incienso,
28 el altar del holocausto con todos sus utensilios, y la fuente y su base.
29 Así los consagrarás, y serán cosas santísimas; todo lo que tocare en ellos, será santificado.
30 Ungirás también a Aarón y a sus hijos, y los consagrarás para que sean mis sacerdotes.
31 Y hablarás a los hijos de Israel, diciendo: Éste será mi aceite de la santa unción por vuestras generaciones.

El aceite compuesto de la Santa Unción, representaba al espíritu vivifi-cante del Nuevo Hombre y del mismo Espíritu de Jesucristo Glorificado económico, el cual necesitamos en nuestro espíritu para hacer parte del nuevo hombre y ser santificados como Santos Sacerdo-tes.  En Juan 4:3 se dice:

Juan 14:3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

En Tito 3:5 se dice:

Tito 3:5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos he-cho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,

El “lavamiento de la generación” es la primera parte de nuestro creci-miento espiritual mediante la cual el Espíritu Santo de Dios arranca nuestras debilidades y la sumerge en la Sangre de Cristo.

La “renovación” es la segunda parte de nuestro crecimiento espiritual que consiste la inserción del Espíritu Vivificante en nuestro espíritu para reno-varlo formándolo como tal.

Es mediante esta calidad de Fe, reconociendo la labor múltiple del Espíri-tu de Dios Padre, del Espíritu del Hijo, y del Espíritu Santo, viéndolo todos en acción, lo cual hace posible que el espíritu vivificante pueda penetrar más y más en nuestro espíritu, hasta tenerlo un día plenamente formado en justicia y santidad como Reyes o Santos Sacerdotes; parte del nuevo hombre como parte del Gobierno Teocrático executivo del Espíritu de Dios.

Esto también nos proveerá de toda sabiduría espiritual, cuando nuestro espíritu sea formado según la Gracia recibida.

Primera de Juan 2:27 Pero la unción que vosotros recibisteis de él per-manece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.

Solo mediante la Gracia y le Fe en la obra del Espíritu de Dios Padre, del Espíritu de Cristo Dios y del Espíritu Santo de Dios, es posible este tráfico espi-ritual.  

2 Tesalonicenses 2:13 Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad,

Y en 1 de Pedro 1:2 se dice:

1 Peter 1:2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.

Y en 1 Timoteo 4:5 se dice:

1 Timoteo 4:5 porque por la palabra de Dios y por la oración es santifi-cado.

Escribo la Fe en mayúscula debido que la Gracia, como tenemos mencio-nado, siempre está dispuesta, pero es un Don condicional, depende que nuestra Comunión pura (constante) intima, con el Espíritu Santo de Dios, para que sea la realidad de nuestra vida; no en un momento dado, más en presente indicativo en todo momento, de manera continua y progresiva, y que nuestra Fe sea com-pleta en la obra del Espíritu del Padre, del Espíritu del Hijo y del Espíritu Santo de Dios.

Si NEGAMOS UNA PARTE de las obras del Espíritu del Padre, del Unigéni-to Hijo de Dios encarnado y del Dios Espíritu Santo, no usando propiamente nuestro tráfico espiritual, podemos tener serias dudas sea de nuestra salvación, como de nuestra santificación.

Es con esta calidad de Fe viva, que los “jóvenes cristianos” pueden al-canzar la realidad de la “Huiothesia” en su experiencia personal a una edad aún joven; al igual de Tito, Timoteo y de Esteban, jóvenes, que con su ministe-rio impactaron al mundo a su alrededor, los cuales pudieron hacer posible que el Espíritu Santo de Dios pudiera quitar toda su vieja naturaleza y aniquilarla en la Sangre de Cristo, recibiendo la formación en sus espíritus y corazones me-diante el espíritu vivificante.  

Este es el único “tráfico espiritual” que tiene que existir entre el Espíritu de Dios y el hombre, para poder ser edificados espiritualmente, y recibir de una vez o eventualmente poco a poco su obra terminada, llegando a conocer y vivir, la realidad de su verdadera Justicia y Ágape como Santos Sacerdotes, y experi-mentando Su verdadera “Paz y gozo” en su plenitud.

Necesitamos vaciarnos primero, para poder ser llenado después.

En el momento de la prueba

Siempre después de un tráfico espiritual tendremos unas pruebas para que el Espíritu de Dios pueda ver si nuestra Fe fue suficiente o no.

Es sumamente importante que en la prueba podamos VER como nuestra realidad, la obra del Espíritu Santo en nosotros.
Durante la prueba tenemos que decirnos: Yo lo puedo ver, yo lo puedo ver; yo puedo ver que el problema que tenía dejará de seguir en mí, el Espíritu Santo me lo quitó, me lo quitó, Él me regaló más libertad en mi experiencia y poder para resistir la prueba.

¡Yo lo vi! Vi como el Espíritu de Dios arrancó mi problema de mi cora-zón, y lo tiró en el más profundo de la sangre de Cristo.
Yo vi cómo se evaneció dentro de la Sangre d Cristo.
No puede todavía estar en mí ¡Es imposible! Fui librado de este pro-blema, Él me ungió mediante el espíritu vivificante de Jesucristo una vez por siempre con poder. Yo vi como el Espíritu Santo me sanó ¡Amén y amén! ¡Glo-ria sea toda al Espíritu de Dios!

Y la “Paz” y el “Poder” del Espíritu Santo de Dios, se infundirán en nuestro espíritu, y ciertamente podremos superar toda prueba.
Si durante la prueba se te olvida por torpeza de lo que pasó en ti, cierta-mente fallará miserablemente debido a tu falta de Fe activa, más en seguida, cuando te das cuenta de tu fallo, encontrará una fuerza espiritual nueva y pode-rosa, que te permitirá recomponerte y volver a ser victorioso y libre, una voz en tu interior te susurrará:

¡Tú lo viste, tú lo viste, tú lo viste!

Hasta que se forme un nuevo habito en nosotros, tenemos que recordar en todo momento la obra del Espíritu Santo y decir sin parar:

¡YO LO VI! ¡YO LO VI!  ¡YO LO VI!        
           ¡YO LO VI! ¡YO LO VI! ¡YO LO VI!

Ahora sabemos lo que tenemos que hacer, y cómo hacerlo.

¡Aleluya y aleluya! ¡Gloria sea al Señor!

En el caso que el tráfico espiritual no funcione.

Solo existen dos opciones:

1. Cuando intenta producir el tráfico espiritual no estás en comunión ín-tima con el Señor.
2.  Todavía te encuentra ANTES de la cruz.

Fin parte primera de tres apartados.
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